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TRABAJOS PERIODÍSTICOS


viernes, 8 de noviembre de 2013

Los niños en la trova

Por: León Felipe Duque S.
Reportaje radial realizado por León Felipe Duque y emitido por la Emisora de la Universidad Nacional de Colombia. Este reportaje se acerca a la historia de la participación de los niños en la trova antioqueña, a la educación de estos y a la conformación de proyectos artísticos ligados a la trova, como Los Marinillos y el Grupo Generación.



viernes, 3 de mayo de 2013

"La trova, aunque ha progresado, se ha mecanizado un poco"


Por: León Felipe Duque S.
Foto: http://www.facebook.com/mario.tierra.1
De pantalón café oscuro, camisa blanca manga larga, sombrero blanco de cinta negra, poncho, carriel, zurriago y machete envainado, se sube Mario de Jesús Mosquera, más conocido como ‘Mario Tierra’, al escenario. Su pinta que recuerda los ancestros arrieros de Antioquia no pasa desapercibida ni en este tipo de eventos, que se caracterizan por la importancia que se le otorga a la tradición.

Desde hace unos años, los participantes de los festivales nacionales de la trova cada vez conservan menos la vestimenta tradicional paisa que años atrás era tan común que parecía obligatoria. ‘Mario Tierra’ no sólo no se avergüenza de seguir subiéndose así a trovar, sino que le duele que esta costumbre se haya perdido y que la mayoría de los jóvenes troven vestidos de otra manera.

Él vive con su familia en Miami y desde hace más de 20 años se ha presentado en diversos escenarios de Estados Unidos, no sólo con la trova antioqueña, sino también con su música y obras como “Pobres pero en Miami”. A Medellín viaja cada año a disfrutar de la Feria de las Flores y a participar de los festivales nacionales de la trova pero, más que con la intención de ganarlos, lo hace porque se considera uno de los trovadores a los que les gusta escuchar  esta  manifestación artística, que aún no pierde vigencia y sigue atrayendo a muchas personas.

TrovAntioquia: ¿Cómo fue la infancia de ‘Mario Tierra’?
Mario Tierra: Fue muy bonita y, aunque había mucha pobreza, era una pobreza sin hambre. Yo nací en la vereda La Loma de Fredonia rodeado de agricultura, en ese tiempo se sembraba mucho y por eso desde niño he sido un enamorado de la tierra. No conocí ningún lujo ni nada pero fui muy alegre.

 TrovAntioquia: ¿Y cómo se acercó a la poesía y a la trova?
 M.T.: Cuando pude leer el primer libro. Desde ahí me enamoré, sobre todo de la poesía. Fui un gran admirador de poetas aunque tuve poco acceso a los libros. Estudié nada más dos años en una escuelita donde un día era para los niños y otro para las niñas. Pero tuve una gran maestra y me aficioné a los versos. Allá la trova era trivial, cualquiera hacía versos, sobre todo en las cosechas de café. Como las cosechas se trabajan por surcos, entonces el que estaba en el surco de acá de pronto le lanzaba un verso al otro, al amigo o a la amiga. Muchas veces se sucedían algo así como tandas, era otra modalidad inclusive. Ahí empecé a ver y a escuchar la trova, en las cosechas de café.

 TrovAntioquia: ¿Eran frecuentes esas disputas en trova?
 M.T.: Allá realmente no se daban disputas en trova, yo diría que se cantaba primero la copla. Se escuchaban muchas,  como esa que inclusive todavía canta la gente: “Trove trove compañero/no se me quede calla’o/que además dirá la gente/que lo tengo agallina’o”. Entonces un tipo le podía cantar a una campesina y el otro contestaba. No contestando en sí la trova, pero sí con otra copla de las que eran frecuentes, por ejmplo: “Aquí está Rubén Mejía/que dizque sabe trovar/pero aquí se encontró a otro/que lo va a eliminar”, trovas muy simples. Pero, obviamente sí se reconocían algunos trovadores que eran mejores que los otros, que se destacaban. Entonces, de pronto, en un sábado de parranda cuando se bailaba al son de un tiple y una lira se daba a veces la trova. Porque, como usted sabe, la trova se dio mucho en las fondas, yo diría que principalmente en el Suroeste, sin querer decir que la trova nació en Antioquia, ya ustedes conocen las raíces que son muy profundas y muy lejanas.

TrovAntioquia: ¿Cómo se establece la diferencia entre una trova y una copla?
 M.T.: La diferencia es que la una es improvisada y la otra no. Yo de joven tuve un amigo al que le gustaban mucho las coplas, pero las coplas que él cantaba no causaban ninguna sensación. Entonces le dije: “Bueno, pues si usted quiere yo le hago unas coplas”, y le hice un poco de coplitas con la misma métrica y la misma rima de la trova. Y él me decía: “Yo donde canto eso la gente se ríe y le gusta, me está yendo bien como coplero”. Coplero, entonces, quien canta versos hechos por él o por otros, muchas veces una trova que alguien improvisó es copiada y la cantan por ahí, entonces ya pasa de ser trova a copla. Y trovador es la persona que canta versos improvisados al compás de un instrumento.

TrovAntioquia: ¿Y cuándo comienza usted a trovar?
 M.T.: Allá en el campo le hacía muchas coplitas a las muchachas bonitas, nací muy enamorado, y ya me conocían en el campo como una persona que enamoraba a las muchachas con versos. Cuando llegué a Medellín y asistí al primer Festival Nacional de la Trova, que si no estoy mal fue en el Parque Norte, escuché a los trovadores y me dije: “Esto yo lo conozco”. En ese entonces vivía en el Barrio Antioquia y había ido con un amigo, no teníamos ni pasaje, y cuando terminó el festival, a eso de la una de la mañana, nos devolvimos para el Barrio trovando. Tal vez mal, pero llegamos allá fue trovando, diciéndonos tonterías. Entonces dije: “Tengo que entrar a esto”. Al segundo festival no tuve opción todavía porque se rescataron unas personas ya muy versadas en la trova, entonces me dio como miedo, por ahí desde el tercero empecé el viacrucis.

TrovAntioquia: ¿Por qué viacrucis?
 M.T.: Yo he sido un gran derrotado. He llegado a muchas finales pero nunca he sido Rey Nacional, me gané, eso sí,  muchos festivales en pueblos pero aquí no. Aquí realmente es muy difícil ganarse un festival porque la competencia es mucha, muy buena.

TrovAntioquia: ¿Qué diferencias hay entre esos primeros festivales y los actuales?
 M.T.: Cuando veo estos festivales nuevos digo que están muy bien. Los jóvenes, e inclusive los niños, perpetúan la trova, podemos decir que así como van las cosas está garantizada para unos ochenta o cien años, mínimo. Pero antes sí era muy diferente porque la época era diferente, uno en ese tiempo no se mantenía nada informado, sino que salía con el verso totalmente improvisado. Ahora, sin decir que no son buenos trovadores, ya hay un disco duro lleno de información, entonces no es si no, cuando se está trovando, tocar la tecla. ¿Que un tema de política internacional? Ya está Chávez ahí, está Fidel y está Putin, etcétera, están todos los problemas políticos mundiales. No quiero decir que eso no tenga validez, ya estamos viviendo otra época, pero sí me parece que la trova, aunque ha progresado, se ha mecanizado un poco.

TrovAntioquia: ¿Y qué se pierde con esa “mecanización”?
 M.T.: Perdió una esencia muy bonita que se llamaba ingenuidad. Por ejemplo, hablemos de algo que ocurrió una vez en un festival: un niño campesino se enfrentó a Jorge Mario Correa, un hombre de la ciudad que inclusive ya estaba estudiando medicina, entre otras cosas un gran trovador donde lo pararan. Cuando Jorge comenzó a hablar de la raíz cuadrada, el niño del campo le contestó que él no conocía la raíz cuadrada, sino la raíz puntuda que es la de la yuca. Eso causo una gran sensación y se vio muy bonito. Esa ingenuidad se perdió. Ahora es más perfecta la trova, más obvia y de más memoria.

TrovAntioquia: ¿Qué opina usted de las nuevas modalidades —el pie forzado, el agotarrima y el ratoneo— que implementó el Festival Nacional de la Trova Ciudad de Medellín?
 M.T.: Hablemos del agotarrima por ejemplo, no es lo mismo para un hombre como yo de 67 años la memorización de rimas que para un joven. A mí me queda muy difícil memorizarme diez rimas, es más, tal vez cinco todavía me quedan difícil, pero un muchacho se puede meter, por ejemplo, 50 rimas al disco duro. Con esto se pierde un poco de improvisación y se le pierde ingenuidad, insisto, a la trova. En el caso del pie forzado, yo por ejemplo tiro la trova y cuando voy a inspirarme me jala de abajo el pie, yo quiero decir, por ejemplo, que “mi madre que está en el cielo pa’ darle mi corazón”, pero me acuerdo que abajo me espera: “Yo le doy mi corazón”. No es una crítica, sino más bien una observación, porque ¿qué es la inspiración? Es una idea muy sentida que te llega a la mente, hay gente que dice que sale del corazón, no lo sé, pero sale esa idea. Entonces se va a expresar la idea pero no puedes expresarla como tal, porque si vas a hablar de una mujer de ojos bellos pero te obligan a finalizar la trova diciendo: “a mí no me importa nada”, hay un contraste muy berraco.

TrovAntioquia: ¿Qué cree que pueda pasar en un futuro ante este panorama?
 M.T.: Creo que el futuro me podría dar la razón de liberar la trova. En la actualidad se sacrifica el contenido para hacer el verso, entonces no sé, cuando veo a estos muchachos trovando los admiro mucho, me gusta escuchar a los jóvenes trovar pero de pronto más adelante se van a dar cuenta… En el Festival de Astrocol, que es un festival libre donde no hay agotarrima ni ratonéo ni nada de eso, se han escuchado unas trovas muy bonitas. Yo no me las daría de un exégeta de estas lides pero el verso y la inspiración deben ser libres.

TrovAntioquia: Se está perdiendo la vestimenta paisa en los trovadores...
M.T.: Sobre ese tema quiero sentar una sugerencia. Yo admiro mucho a los mejicanos y me compenetro mucho con ellos, un artista de allá sale a cantar verbi gratia “Los pollitos dicen”, que es lo que cantamos  desde niños, y esa gente pa’ cantar “Los pollitos dicen” se visten muy bien. No sé de dónde venga esa raíz de presentarse tan bien, usted en Méjico ve pasar 500 personas y entre las 500 pasan dos artistas y usted los reconoce. Y aquí yo creo que, sin querer decir que los trovadores se visten mal, por respeto a lo que hicieron los arrieros, por respeto a los primeros trovadores, deberíamos conservar esa imagen antioqueña. No es cuestión de vestirnos de lentejuelas, pero sí un traje que más o menos la gente diga al mirar: “Ese es un trovador, tiene que ver con el arriero, con el paisa". Yo les aconsejaría a los nuevos trovadores: usen trajes bonitos sin dejar de lado lo que usaban los paisas, y no se preocupen que yo he estado en muchos países y ser paisa no es sólo un orgullo en Antioquia y en Colombia, es un orgullo en el mundo. Nos respetan y creen que nosotros somos diferentes y yo creo que el paisa es muy diferente.

jueves, 28 de marzo de 2013

Salvo Ruiz, el gran poeta campesino


Por: León Felipe Duque S.

En una casa humilde a orillas del Río Cauca se está perdiendo poco a poco la historia de uno de los más grandes poetas populares de la historia de Antioquia, Manuel Salvador Ruiz, más conocido como Salvo Ruiz. Se está perdiendo porque Baudilio Ruiz, su nieto de 77 años, sobrevive en una vereda de Concordia gracias a la colaboración de algunos amigos a los que les ayudó hace ya más de 30 años, cuando alcanzó a ser concejal de Salgar y diputado a la Asamblea de Antioquia. 
Foto: http://concordia-antioquia.gov.co
Baudilio vive solo desde hace muchos años, después de que su mujer y sus hijos lo abandonaron:

“Ella me echó los hijos de enemigos, entonces eso se volvió una melodía ahí dura. Me fui para la costa y, estando por allá, a un hijo que era alcalde en Salgar le dio por ser buen hijo y le dijo a su hermano: ‘Dígale a papá que se venga a vivir a ese rancho que desocuparon ahí abajo que yo veo por él’. Me vine y no me ha dado una libra de sal, siendo alcalde y ganándose una pila de plata, y robando bastante. No arrima ni a saludarme”.

El nieto de Salvo se acostumbró a la soledad y a la vida humilde pero, más allá de las dificultades, todavía guarda en su memoria los recuerdos de su abuelo, con quien vivió muchos años y al que le decía “papá”. Salvo nació el 15 de agosto de 1873 en Concordia y murió en Medellín el 1 de abril de 1961, a la edad de 87 años. Él mismo alcanzó a escribir su propia biografía en versos, por supuesto, que fue publicada en su libro Coplas y trovas, que recopila muchas de sus composiciones poéticas. Así inicia la historia de su vida contada a partir de 28 estrofas:

“Al mundo doy a saber
que fui nacido en Concordia
Departamento de Antioquia
República de Colombia.

El que quiera conocerme
soy Salvo Ruiz el de Elena
que llevo sobre mis hombros
más de ochenta nochebuenas.

Mi pobre madre me crió
envuelto en una pobreza
que nos cubría todo el cuerpo
de los pies a la cabeza.

En una escuela rural
aprendí a juntar las letras
y por mi facilidad
no me quedé analfabeta.

Y sin ir a los colegios
los copleros me respetan;
¡qué tal que hubiera estudiado
dónde fueran los poetas!”[i]

Esa referencia a una vida pobre está presente en muchas de las composiciones poéticas de Salvo Ruiz. Su nieto recuerda, gracias a lo que su familia le contaba, que la infancia de Salvo en el Suroeste estuvo llena de dificultades. Aunque su padre lo reconoció como hijo, nunca llevó su apellido y nunca vivió con él, su crianza estuvo a cargo de su madre Elena, a la cual Salvo nunca desamparó y siempre recordó en sus coplas y trovas.

“Cuando Elena se murió
quedó Salvo en un conflicto
bregando por consolarse
viéndose tan huerfanito.

Y alguno me preguntó
¿por qué está triste Salvito?
Yo le contesté llorando:
“será de verme solito”.

Desde entonces vive Salvo
tristemente llorosito
y la pena taladrando
matándome a pedacitos.

Todo termina o prescribe
o calma por un ratico
pero mi acerbo dolor
siempre vive fresquecito”[ii].

Así recordaba Salvo la muerte de su madre Elena, quien, según Baudilio, era “destronilladita”: “Pa’ él salir a conseguirse la vida por fuera, tenía que dejar a la mamá amarrada a la cama porque era algo destornilladita, así se podía ir tranquilo y volver a ver por ella, porque Salvo fue el único hijo que vivió con la mamá”. Elena fue siempre una de sus grandes inspiraciones y una mujer por la que trabajó mucho desde pequeño.

De los trabajos de Salvo, Baudilio sólo recuerda uno, el de tabaquero:

“Él cosechaba tabaco, a mí no me tocó esa época pero él me contaba que hacían caneyes, unos rancho en forma de triángulo llenos de palos en el medio para colgar el tabaco, ahí lo secaban. Esas cosechas las hacían en los montes de Favorita, en Concordia, y en los caneyes, como el tabaco iba alto, debajo hacían bailes, baile bravo le llamaban. Uno tocaba un tiple, otro le daba a un taburete y otro le daba a un cajón, y hacían unos bailes tremendos, al son de la música que sacaban ellos mismos ahí”.

El mismo Salvo alcanzó a registrar en versos ese y otros trabajos que tuvo en el Suroeste:

“Cuando yo fui agricultor
y cosechaba tabaco
en los aliños bailábamos
todas las noches un rato.

Las mismas alisadoras
nos vendían el aguardiente
para nosotros cantar
y ellas bailar dulcemente.

Cuando yo estaba soltero
trabajé en los cafetales
cantando a las chapoleras
por las noches en los bailes.

Otro tiempo trabajé
en las laderas del Cauca
para salir a trovar
los sábados a La barca”[iii].

Salvo era bien conocido en las fondas y las posadas arrieras por sus grandes capacidades como trovador. Precisamente la arriería es uno los principales referentes históricos de trova antioqueña, ya que los arrieros fueron los que más la cultivaron, disfrutaron y difundieron. “En horas de ocio, los arrieros se dedicaban a cantar las trovas pulsando tiples, a contar historias de fantasmas y aparecidos o a enamorar las mujeres de la región. Y si era fin de semana, todo terminaba en grandes fiestas, pues allí se encontraban con los campesinos que llegaban a las fondas para disfrutar, hacer torneos de coplas, de tejo y, por supuesto, jugar la baraja y el dado”[iv].

Allí Salvo trovaba continuamente con muchos otros reconocidos trovadores de la época: Manuel Antonio Ortiz, Celestino Mejía, Justo Pastor Correa, Florentino Londoño, Fernando Zea, Manuel Rodas, Saturnina Balsán, Zoila Toro, entre otros. Y, por supuesto, con Antonio José Restrepo, mejor conocido como ‘Ñito’ Restrepo, quien además de ser abogado, periodista, diplomático, filósofo, filólogo y escritor, nunca perdió sus raíces antioqueñas y cada tanto volvía al Suroeste a trovar y a disfrutar de su tierra.

Salvo siempre recordaba su primer encuentro con ‘Ñito’ Restrepo, quien ya era un trovador de renombre, mientras él apenas daba sus primeros pasos en la trova. Así relata ese encuentro en una entrevista con Pablo Restrepo López:

“Una tarde supe que (Ñito) estaba bebiendo trago en ‘Otramina’, en la fonda de Emiliano Taborda y allá me fui. Al poco rato de haber llegado oí cuando Ñito le dijo a Emiliano: ‘Bueno hombre, ¿qué diablos se hicieron los trovadores buenos de aquí, que no los veo?’. Taborda le contestó: ‘Esos gallos se han ido casi todos de por aquí, pero ahí tenemos un pollo que apenas está apuntando de espuela y ya ha ganado buenas riñas; véalo allí, es hijo de Elena Ruiz, y el padre dicen que es Vicente González. ¿Por qué no lo capotea?’.

Ñito —continúa Salvo— me llamó entonces diciéndome: ‘¿Conque eres hijo nada menos que de Vicentón? Ven acá a ver qué fue lo que te enseñó tu padre’. Yo me acerqué, nervioso, cogí el tiple que me ofrecieron, me zampé un aguardiente y comenzamos a templar. Al momento Ñito me saludó con una copla que se me olvidó, yo le contesté y comenzamos a trovar lo más sabroso de mi vida. El me trataba con mucho cariño y consideración (…) Pero llegó un momento en el que me quiso agallinar para toda la vida, y me soltó la copla esa tan conocida, sobre la Virgen Santísima y como yo le contesté como mi Dios me ayudó, rápidamente, el gran gallo se levantó del taburete y me dijo abrazándome: ‘Siquiera te conocí, muchacho’”[v].

“Contéstame Salvo Ruiz
que te voy a preguntar:
¿Cómo pariendo la Virgen
doncella pudo quedar?

Y Salvo, sin vacilaciones, despejó el abismal interrogante con esta respuesta más abismal todavía:

Óigame doctor Restrepo
que te voy a contestar:
Tire una piedra en el agua;
abre y se vuelve a cerrar.
Así pariendo la Virgen
doncella pudo quedar”[vi]

El periodo de La Violencia que vivió Colombia a mediados del siglo XX fue una de las principales causas de los procesos migratorios que se dieron a lo largo del país en este periodo histórico. La lucha armada irregular entre liberales y conservadores por intereses socio-económicos asesinó y desplazó a campesinos a lo largo y ancho del país. Muchos de los que sobrevivieron, al ser despojados de sus tierras, buscaron refugio en las grandes ciudades, como Manuel Salvador Ruiz, quien tuvo que dejar el Suroeste y desplazarse a Medellín.

El desplazamiento de Salvo a la ciudad fue muy particular y su nieto Baudilio conoció la historia de primera mano:

“Él se tuvo que ir de Salgar porque era liberal, muy liberal, y sectario a la vez. En esa época el jefe conservador de Salgar era un señor Libardo Vélez y cualquier día sacaron a toda la gente de La Clara y quemaron las casas. A Salvo lo dejaron pa’ que les hiciera de comer a unos tenientes y policías conservadores. Cuando uno de los conservadores se dio cuenta que Salvo era liberal lo sacó de una y le dijo: ‘Empaque y se me va de aquí, pero pa’ mañana es tarde’.

Cuando el jefe conservador de Salgar, que conocía y estimaba a Salvo, se dio cuenta que lo echaban de allá, entonces le mandó dos arrieros con doce mulas, para que sacaran el equipaje y la familia de Salvo. Con los arrieros recorrieron diez kilómetros, que es lo que hay de La Clara a Salgar. Cuando salieron a la carretera por Salgar ya don Libardo Vélez le tenía un carro ahí disponible para que los llevara a Bolombolo. Y en Bolombolo el tren los estaba esperando porque, como los conservadores mandaban en esa época, detuvieron el tren hasta que Salvo bajara con su equipaje y su familia. De ahí lo llevaron a Medellín hasta la estación del ferrocarril, todo por cuenta del jefe conservador de Salgar, siendo Salvo muy liberal”.

“Jesucristo padeció
siete semanas y un día
y aquí llevamos siete años
de persecución seguida.

Volvió la chusma judía
a buscar otro Jesús
y les colocó a los rojos
el madero de la Cruz.

En el huerto sudó sangre
Jesús el justo cordero
y aquí sudamos los rojos
cuando llegan los chusmeros.

La soga con que arrastraron
a Jesús de la garganta
les sirve hoy para arrastrar
en las plazas las estatuas”[vii].

A pesar del amor de salvo por el partido Liberal y de que algunos conservadores lo odiaban, su gran talento y su capacidad para compartir con la gente lo salvaron de un destierro más trágico. En Medellín conoció muchos amigos y en muchos lugares demostró sus capacidades como poeta e improvisador.

“Contaba Salvo en aquel tiempo con unos setenta años, era de mediana estatura, moreno y de cuerpo macizo. Sus ojos, a pesar de su edad avanzada, mostraban vivacidad y en sus gruesos labios jugaba una sonrisa ingenua, de niño. La frente amplia y abombada, la nariz prominente con la punta un poco caída y un moderado prognatismo, constituían los rasgos más salientes de aquella cautivante estampa humana”[viii].

Así lo describió el médico Jorge Franco Vélez, quien lo conoció recién llegado a Medellín.

Pero la vida de Salvo en la ciudad no fue nada fácil. Baudilio recuerda con tristeza las dificultades por las que pasó su abuelo en Medellín: “Vivió cosas muy malucas porque le llegó una época en Medellín muy triste económicamente y cuando Salvo murió estaba de limosna. Salvo se hizo grande fue después de muerto, cuando ya uno no necesita nada”. El mismo Salvo plasmó en versos sus dificultades económicas en la ciudad e, incluso, le hizo una petición directa al partido Liberal, para el que tantas veces cantó en el Directorio Liberal de Antioquia, con el fin de que le ayudara en su delicada situación.

“A esta Corporación
le voy a poner presente
que hay mucha gente sin casa
y hay muchas casas sin gente.

Yo vivo en un rancho ajeno
y todos los días me corren
imploro su protección
a ver con qué me socorren.

Tengo una docena de hijos
envueltos en tal pobreza
que nos cubre todo el cuerpo
de los pies a la cabeza.

 (…) Y soy viejo veterano
del partido liberal
que necesito el auxilio
háganlo por caridad”[ix].

Esta trova de Salvo Ruiz dista mucho de la trova que se hace actualmente en Medellín. Para salvo era más importante el contenido que la rima y la métrica, y eso se hace evidente cuando se leen sus versos. Incluso le decía a su nieto que cuando no alcanzaba a cerrar una idea en los versos establecidos tenía que seguir con más para darle sentido a la estrofa: “Es que todo mundo nos equivocamos y cuando uno ve que no le rimó bien tiene que seguir buscándole el final, pa’ que quede bonito”.

“El humilde Salvo Ruiz”, como se autodenominaba él mismo en muchas de sus composiciones poéticas, además de terminar sus últimos años con problemas económicos, también vivió aquejado por múltiples dolencias. Baudilio, quien trabajaba en ese tiempo con la empresa de transportes Copetran, le ayudaba con lo que podía:

“La única entrada que tenía Salvo en Medellín era de Séfora, su hija, que era la secretaria general o cajera general en el Seguro Social. De pronto ella resolvió casarse, entonces se quedaron sin sueldo ni nada y los hijos eran bebedorcitos en la calle, así que la plata que llevaban a la casa era muy poquita. A Salvo le tocó luchar duro, duro, duro y sufrir. Yo cuando podía les llevaba mercado, les traía de la carretera un racimo de plátano o compraba algo y lo llevaba pa’ la casa. Pero Salvo siempre llevó del bulto en Medellín”.

Aun con tantas dificultades que tuvo en la ciudad, Salvo en su obra refleja la apatía que le producía volver a la tierra de la cual lo habían desplazado y, por el contrario, hablaba muy bien de Medellín. En una entrevista que le hicieron en el café La Bastilla, la cual respondió en verso, a la pregunta de cómo le parecía Medellín Salvo respondió:

“Si el cielo fuera bajito
y en carro se pudiera ir,
yo pudiera asegurar
que el cielo era Medellín”[x].

Así pasó, pues, Salvo sus últimos días hasta que lo visitó la muerte, a la que él en muchas de sus trovas le cantaba. Manuel Salvador Ruiz dejó un gran legado en la historia de la literatura antioqueña que ha sido menospreciado, a la sombra de los escritores y poetas “cultos” del departamento. Una de sus coplas, la cual fue premiada en 1902 por la Academia Española con 20 dólares, es casi un resumen de la vida de este gran poeta campesino:

“Esta noche canto aquí
para mañana llorar
porque siempre la alegría
es la puerta del pesar.”[xi]



[i] Ruiz, Salvo (1980). Coplas y trovas. Medellín : Bedout
[ii] Ibíd.
[iii] Ibíd.
[iv] Gobernación de Antioquia (2007). Arrieros somos, forjadores de vida. Medellín: Casa Editorial El Mundo.
[v] Ruiz, Salvo (1980). Coplas y trovas. Medellín : Bedout
[vi] Salvo Ruiz. un genial trovador antioqueno (14 de diciembre de 1968). Distritos, (No. 14). p. 50-51.
[vii] Ruiz, Salvo (1980). Coplas y trovas. Medellín : Bedout
[viii] Ibíd.
[ix] Ibíd.
[x] Ibíd.
[xi] Ibíd.

miércoles, 27 de febrero de 2013

De tour con ‘Tutifruti’

Por: León Felipe Duque S.
En enero de 2013 visité a Ramiro Gómez con el fin de hacerle una sombra periodística, técnica poco común en el periodismo, en la que se acompaña a un personaje durante un día y se escribe sobre lo ocurrido. 
Foto: http://www.facebook.com/ramiro.gomez.965
A las 11 de la mañana llegué al parque principal de El Santuario. Pensé en el lugar más indicado para encontrarme con él y me dirigí al atrio de la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.

—Aló, ¿Buenos días?
—Buenos días, ¿Ramiro?
—Sí, con él.
—Habla con Felipe, el periodista.
—¿Qué más Felipe, cómo está?
—Bien ¿y usted cómo está?
—Muy bien gracias a Dios.
—Ramiro, yo ya estoy en el parque, al lado de la iglesia.
—Listo, espéreme ahí, termino de hacer una cosita y ya le caigo.

Era sábado y en el parque principal de El Santuario había poco movimiento. Adentro de la iglesia los fieles participaban de la habitual eucaristía matutina, mientras que yo esperaba afuera a Ramiro. Sabía que lo iba a reconocer fácilmente porque desde hace más o menos quince años lo he visto en carteles y en festivales de trova. La última vez que lo vi fue el pasado 3 de agosto en la primera eliminatoria del VIII Festival Nacional de la Trova Ciudad de Medellín, de la cual salió eliminado.

Unos minutos después lo vi acercándose. Vestía una camisa a rayas con un tribal estampado a un lado del pecho, una camiseta amarilla debajo que sobresalía en la parte del cuello, un bluyín ancho, unos tenis Croydon rojos y una cachucha de color claro. Definitivamente era ‘Tutifruti’. Me saludó de manera muy amble, como los días anteriores en los que me había comunicado con él por medio del celular, y le conté que lo iba a estar acompañando en su cotidianidad con el fin de realizar un trabajo periodístico.

Me pidió que nos dirigiéramos a la Casa de la Cultura, no sin antes presentarme a ‘El Juagao’, un personaje al que Ramiro invita como compañero de trova a algunos eventos de “El show de Tutifruti. Trovas música y humor”, como dice su tarjeta de presentación. ‘El Juagao’ fue el primero de una larga lista de personas a las que me presentó Ramiro. Todo el mundo lo conoce en El Santuario y él a todos los saluda con la gentiliza propia de su origen campesino.

Camino a la Casa de la Cultura me dijo que le gusta mucho ir a ese lugar a buscar a sus padres en una serie de fotografías históricas.

—¿Ya murieron?
—No, gracias a Dios todavía están vivos. Lo que pasa es que mi mamá me dice que ella está en una de esas fotos pero he buscado y buscado y nunca la encuentro.

Las fotos están enmarcadas en grandes grupos por toda la Casa de la Cultura. Son imágenes especialmente familiares del siglo pasado, a blanco y negro y en sepia. Ramiro las observa comentando algunos detalles relevantes de algunas fotos. No me imaginaba estar con un humorista y rey nacional de la trova en esa situación, pero logré interesarme en algunas imágenes.

—Yo me venía a revisar las fotos buscando a mis papás muchas tardes. Vea, ellos deberían estar más o menos así, de la edad que tiene esta pareja.

Las fotos en la pared se ven interrumpidas por una vitrina con animales disecados. Algunos eran de la zona y Ramiro iba identificando cada uno y hablando de ellos. Todo le llamaba la atención y la curiosidad no lo dejaba estar quieto o callado. Después de ver unas imágenes más, nos dirigimos a un busto de un sacerdote muy recordado en El Santuario.

—Este padre fue un santo. Eso no es como ahora que uno ve padres tan malos. Antes los padres eran santos y de verdad hacían milagros.

Antes de salir de la Casa de la Cultura ubicó a una señora que buscaba una jornada de Familias en Acción y cada vez me iban quedando menos dudas de sus capacidades de guía. Más cuando salimos y me comenzó a mostrar lugares y gente que él conocía muy bien. 

—Vea, ahí en Foto Gilem era donde me dejaban las razones de los festivales de la trova cuando vivía en el campo.
—¿En qué parte vivía?
—En Montañita.
—¿Esa vereda no hace parte de Marinilla?
—Sí, eso queda ahí entre Marinilla y El Santuario.
—Entonces ¿usted es marinillo o santuariano?
—Santuariano.

De camino al parque principal me contó cómo se dio cuenta de que estaban realizando el Festival Nacional de la Trova de 1997, no sin antes detenerse, en un par de ocasiones, para presentarme algunos conocidos.

—Yo ya había participado en algunos festivales nacionales y nunca había podido ganar. Ese año me dije: “Si no me lo gano no vuelvo a participar”, y me lo gané.
—¿Y cuánto se ganó en esa época?
—Dos millones de pesos, que en ese entonces era mucha plata.
—¿Y en qué se los gastó?
—Imagínese que en ese tiempo había una cooperativa muy famosa aquí y me buscaron para que metiera la plata ahí. Cuando estaba a punto de meterla me contaron que esa cooperativa se iba a quebrar y me salvé, porque fue verdad.
—¿Entonces qué hizo?
—La guardé en Conavi. Siempre mantenía una libretica de la abejita… Hace un tiempo hice una caricatura, para el periódico Sin Fronteras de aquí de El Santuario, y a una abejita de la película Bee Movie le puse la carita de Conavi, estaba desempleada.
—Entonces ¿además de humorista y de trovador es caricaturista?
—Sí, yo dibujo caricaturas de muchas cosas, pero tengo un estilo muy particular, parecido al que se usa en las pinturas de las chivas.

 La risa y la picardía están presentes en cada momento. “Tuti”, como le dicen muchos amigos, siempre tiene una mueca distinta para hacer y sus expresiones son exageradas, como las de un buen campesino antioqueño. Después de pasar de la trova a la caricatura me llevó al Café Bar Sin Nombre y a una cafetería sin nombre. En el primero, me mostró un serie de fotografías colgadas en la pared de algunos personajes importantes del pueblo y de Antioquia, en una de ellas estaba él, en el campo y trovando.

En el segundo, me mostró varias caricaturas que él había realizado de diferentes personajes, especialmente de El Santuario. Me dio información de cada uno de ellos e incluso me contó a quienes no les había gustado mucho que los hubiera caricaturizado. Saliendo de la cafetería continuamos hablando de caricatura, me contó que precisamente estaba realizando un autorretrato en caricatura en esos momentos y lo tenía a medio hacer. Así que nos fuimos hacia su casa, después de que me llevara a conocer el Museo José María Córdova y el Museo Artístico Guillermo Zuluaga “Montecristo”, que en ese momento estaban cerrados.

Ramiro vive a una cuantas cuadras del parque principal. Hay que subir un poco y desde la puerta de su casa se puede divisar el inicio del campo, que Ramiro no termina de dejar. Desde que llegó de Montañita siempre ha vivido en la misma zona de El Santuario. Al entrar a su casa, lo primero que se ve son dos paredes llenas de reconocimientos y afiches de festivales de la trova en los cuales participó. Todo esto acompañado de algunas imágenes de humor.

Sobre una pequeña mesa, estaba abierto un portátil con una imagen de Ramiro sosteniendo un trofeo —de virrey del Primer Festival de la Trova Vereda Concordia de El Peñol 2012— y haciendo una de sus recurrentes muecas. Al lado del computador, una hoja y un lápiz con una caricatura a medio hacer basada en la foto del portatil.

—Uso mucho mi retrato para hacer caricaturas, siempre las meto por ahí en el periódico entre los muchos personajes que dibujo.

Después de terminar su caricatura, le dijo a su hija que me mostrara las fotos de sus últimos reconocimientos en el computador: el antes mencionado y el de rey del Festival de la Trova Fiestas del Retorno 2012, en Granada. En todas las fotos aparecía alegre, con una expresión diferente, pero siempre alegre. Con el mismo entusiasmo que refleja en la imagen de un artículo de El Colombiano que está en la pared, tomada en el Palacio de Exposiciones la noche en la que se consagró rey nacional de la trova.

Mientras su hija pasaba las fotos en el computador, fue por algunos ejemplares del periódico en el que publica sus caricaturas y me mostró varias. Después sacó un cuaderno en el que estaba haciendo un libreto de culebrero para sus presentaciones y un bolso lleno de hojas y cuadernos con chistes, recogidos a lo largo de muchos años. Antes de salir de su casa, Ramiro no sólo me siguió mostrando cosas realizadas por él, sino también por sus hijos.

Me dijo que me iba a llevar a un lugar donde se amañaba mucho en las tardes. En el camino recogió un papel que vio en el piso, lo leyó y lo volvió a tirar, mientras me contaba cómo antes recibía muchas propuestas para hacer shows pero no contaba con el material humorístico que tiene ahora. Definitivamente los tiempos han cambiado.

Además de su curiosidad y carisma, ‘Tutifruti’ tiene una gran memoria, es capaz de devolverse muchos años sin ningún problema y traer una trova que ilustre algo de lo que está hablando. Sigue enamorado de esta tradición pero es crítico de algunos festivales, organizadores, jurados, e, incluso, de algunos trovadores que se suben con trovas preparadas a una tarima.

—¿Alguna vez ha preparado una trova?
—sí, me acuerdo que una vez me subí con una trova preparada.
—¿Y cómo le fue?
—Mal, se me olvidó y me equivoqué. Yo soy muy malo para eso.

Llegamos a donde Alberto, quien de inmediato nos hizo pasar. Se le notaba la alegría por la llegada de su amigo Ramiro y entre sus máquinas de coser nos acomodó unas sillas. Dejó de trabajar, le subió el volumen al DVD conectado al televisor y se concentró en la visita.

—Él imita a don Ramón y estuvo en las etapas finales del concurso que hicieron para el homenaje a Chespirito —me contó Ramiro.

Más se demoró Ramiro en contarme eso que Alberto en ponerse un gorrito parecido al de don Ramón y comenzar a imitarlo.

—Ponele un DVD de los de Chafaldo a Felipe, pa’ que vea lo que hacemos —le dijo Ramiro a Alberto señalando el televisor.

Chafaldo es un personaje que se inventó Ramiro, “haga de cuenta el bobo de un pueblo”, que aparecía en un programa humorístico los domingos en un canal de televisión local. El programa lo realizaron por largo tiempo Alberto y Ramiro, acompañados de algunos amigos, y con libretos de este último.

Mientras Alberto me mostraba algunos de los chistes actuados que realizaban en el programa, Ramiro se dedicó a hacer avioncitos de papel y a probarlos en la calle. “Ese hombre es un berraco”,  me insistió en varias ocasiones Alberto, refiriéndose a Ramiro. “Esto que nosotros hacemos es de clase mundial, este humor que se inventa ‘Tuti’ es único”.

Después de varios DVDs y de muchas risas, Ramiro recibió una llamada, colgó y se despidió de mí. Se tenía que ir de inmediato y me dejó con su amigo Alberto, quien me mostró hasta un video de su hija cantando, ‘La Florecita del Campo’, como le puso su amigo: Ramiro Gómez ‘Tutifruti’.

martes, 4 de septiembre de 2012

Las raíces de la trova antioqueña

Por: León Felipe Duque
La trova antioqueña actual es el resultado de una serie de tradiciones influenciadas especialmente por los españoles durante la conquista y la colonización, y modificadas, claro está, por las costumbres y las expresiones artísticas propias de nuestra región. Este trabajo periodístico, realizado para la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, busca recuperar las raíces históricas de la trova antioqueña y, además, su evolución antes de radicarse en la ciudad de Medellín.
El programa radial está basado en entrevistas realizadas a reconocidos académicos, conocedores y trovadores como Alexis Díaz-Pimienta, "Mario Tierra", "Pucheros", Baudilio Ruiz (nieto de Salvo Ruiz), entre otros.



Investigación periodística y edición: León Felipe Duque (@leonfeliped).
Asesoría: prof. Juan David Alzate.

lunes, 27 de agosto de 2012

"Vivo de la trova y vivo por ella"

Por: León Felipe Duque S.

Hace 11 años Edwin Jair Giraldo, más conocido en el mundo de la trova como “Radioloco”, dejo San Luis (Antioquia) para buscar un mejor futuro en España. Sus credenciales de Rey Nacional de la Trova en 1999 y de amante de la improvisación le sirvieron para radicarse en este país europeo y difundir nuestra tradición antioqueña, no sólo allí, sino en diversos países y festivales internacionales. En su paso por Colombia, y mientras participaba en el Festival Nacional de la Trova y el Festival Nacional de la Trova Ciudad de Medellín, habló con TrovAntioquia.

TrovAntioquia: ¿Por qué se fue para España?

Radioloco: Yo sabía que allá había unos eventos de improvisación muy buenos y, además, también quería salir, conocer y ganar algo de dinero.

TrovAntioquia: ¿Ha conseguido eso?

Radioloco: Salir y conocer lo logré, ir a los festivales lo logré, conseguir dinero... como que difícil… (risas). Pero gracias a Dios vivo de la trova y es un don que trato de llevarlo con la mayor dignidad del mundo. En el campo de la improvisación he logrado lo que he querido, yo nunca había querido ser el mayor exponente, simplemente quería llevar nuestra forma de improvisar a otras regiones donde no la conocían. No seré el mejor pero lo que sí sé es que hago las cosas lo mejor que puedo.

TrovAntioquia: ¿A qué vino por esta época de festivales y de Feria?

Radioloco: Yo vengo a visitar a mi familia, pero por añadidura me encontré con los dos festivales más importantes de la trova antioqueña, participé en ellos y también vine dispuesto a participar en cualquier festival al que me inviten.

TrovAntioquia: ¿Qué  impresión se lleva de estos festivales?

Radioloco: Estoy en parte muy decepcionado porque en los viejos tiempos se respetaba al viejo y ahora se sube cualquier culicaga’o a insultar a un viejo y eso les parece fenomenal. Y no puede ser así, a un señor como Mario Tierra no puede subírsele a la tarima un muchacho a decirle "viejo asqueroso, usted está en declive", ¡no! Al contrario, hay que exaltarlo, porque si la trova ha llegado hasta nosotros ha sido por esos cultores del verso.

TrovAntioquia: El Festival Nacional de la Trova Ciudad de Medellín, a pesar de ser un festival relativamente nuevo, se ha consolidado muy rápidamente. ¿Qué opinión le merece esto?

Radioloco: Sí, lleva ocho años pero con un paso muy firme, y ahí hay que abonarle el aporte a Germán Carvajal que fue quien lo inició, un trovador que marcó un hito en la improvisación y con el que todos nos sentimos identificados. El Festival  Ciudad de Medellín es muy claro, los organizadores se sientan con uno y le explican de qué manera se va a calificar y, además, el jurado da el porqué de su veredicto, algo muy importante.

TrovAntioquia: Este festival implementó una serie de variantes técnicas —el ratonéo, el pie forzado y el agotarrima— a las que no estábamos acostumbrados en la trova antioqueña, ¿usted cree que esto es positivo?

Radioloco: Son técnicas nuevas para nosotros porque en el concierto internacional ya se han utilizado. En concursos de improvisación en Europa y Latinoamérica, en los que he tenido la fortuna de participar, al pie forzado se le conoce como pie de verso y al ratonéo como media letra. Estas técnicas le aportan mucho a la trova antioqueña. Muchas veces nos acostumbramos a lo mismo, pero si nos quedamos en lo mismo esta tradición va a ser caduca y aburridora, será algo que va a pasar y la gente nueva va a desechar. En cambio, si le inyectamos cosas nuevas, podemos seguir edificando esta tradición.

TrovAntioquia: ¿Cómo es la participación de la trova antioqueña en esos festivales internacionales de poesía oral improvisada?

Radioloco: En algunos países a los que yo he ido nunca había estado un colombiano llevando la trova antioqueña. Por ejemplo en Chile, en Casablanca, que es el segundo festival más importante en el mundo de la improvisación, nunca había estado presente la trova antioqueña. Yo creo que hay que difundirla más, llevarla, no interesa que sea o no el mejor quien la lleve, sino que sienta con orgullo llevar esto. Es como una bandera, no la lleva el más bonito, lo importante es llevarla con dignidad y con altura.

TrovAntioquia: Usted que ha participado en tantos festivales internacionales, ¿qué cree que le puede faltar a la trova antioqueña?.

Radioloco: Yo creo que no nos falta nada, tenemos todo pero a veces no lo explotamos. Nosotros creemos que malicia indígena es salirnos por la tangente con cualquier barrabasada y nos reímos de eso, pero cuando es serio es serio, no podemos ridiculizar lo que empezó serio y volverlo jocoso. Para mí, hablando desde el punto de vista de lo que he vivido, hay que seguir un hilo. A parte de eso, creo que tenemos fluidez y tenemos inmediatez, a nivel latinoamericano y mundial creo que somos los más rápidos. Pero no somos los mejores trovadores, nos tenemos que bajar de esa nube, nos falta mucho por aprender.

TrovAntioquia: ¿Ahora que terminaron los festivales usted vuelve a España?

Radioloco: Sí, lastimosamente. Y digo lastimosamente porque en estos momentos estamos pasando por una situación muy dura allá. Después de tantos años en España siento que el corazón está compartido, siento esa tierra como mía y en estos momentos la situación económica está muy difícil. Pero tengo que ir a luchar, a seguir trabajando, la labor mía ha sido llevar la trova antioqueña, mostrar lo que hacemos.

TrovAntioquia: ¿Y a Colombia cuándo regresa?

Radioloco: Si Dios me lo permite volveré a final de año y ojalá para siempre, porque la cosa está muy difícil y yo allá sobrevivo simplemente, trabajo de la trova antioqueña y vivo de ella. Es más, vivo de la trova y vivo por ella. 

martes, 14 de agosto de 2012

Entrevista con Germán Carvajal

Por: Juan Camilo Castañeda
Juan Camilo Castañeda habló para TrovAntioquia con Germán Carvajal, más conocido en el mundo de la trova como "Minisicuí", quien está dándole las últimas pinceladas a El Teatrico, un espacio dirigido al arte y la cultura en la ciudad de Medellín. Además de El Teatrico, hablaron de Carreta de Flores, el espacio académico de la Feria de las Flores que se realizó en este lugar y que en su último conversatorio contó con la presencia del gran escritor y repentista cubano Alexis Díaz Pimienta. Y, por supuesto, también hablaron de la actualidad de la trova.
Foto:  http://diarioadn.co

 Está ubicado en la Transversal 39B N° Circular 2-46 Av. Nutibara.


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