Por: León
Felipe Duque S.
En
una casa humilde a orillas del Río Cauca se está perdiendo poco a poco la
historia de uno de los más grandes poetas populares de la historia de Antioquia,
Manuel Salvador Ruiz, más conocido como Salvo Ruiz. Se está perdiendo porque
Baudilio Ruiz, su nieto de 77 años, sobrevive en una vereda de Concordia
gracias a la colaboración de algunos amigos a los que les ayudó hace ya más de
30 años, cuando alcanzó a ser concejal de Salgar y diputado a la Asamblea de
Antioquia.
Baudilio vive solo desde hace muchos años, después de que su mujer y
sus hijos lo abandonaron:
Foto: http://concordia-antioquia.gov.co |
“Ella
me echó los hijos de enemigos, entonces eso se volvió una melodía ahí dura. Me
fui para la costa y, estando por allá, a un hijo que era alcalde en Salgar le
dio por ser buen hijo y le dijo a su hermano: ‘Dígale a papá que se venga a
vivir a ese rancho que desocuparon ahí abajo que yo veo por él’. Me vine y no
me ha dado una libra de sal, siendo alcalde y ganándose una pila de plata, y
robando bastante. No arrima ni a saludarme”.
El
nieto de Salvo se acostumbró a la soledad y a la vida humilde pero, más allá de
las dificultades, todavía guarda en su memoria los recuerdos de su abuelo, con quien
vivió muchos años y al que le decía “papá”. Salvo nació el 15 de julio de 1878
en Concordia y murió en Medellín el 1 de abril de 1961, a la edad de 82 años.
Él mismo alcanzó a escribir su propia biografía en versos, por supuesto, que
fue publicada en su libro Coplas y trovas,
que recopila muchas de sus composiciones poéticas. Así inicia la historia de su
vida contada a partir de 28 estrofas:
“Al mundo doy a saber
que fui nacido en Concordia
Departamento de Antioquia
República de Colombia.
que fui nacido en Concordia
Departamento de Antioquia
República de Colombia.
El que quiera conocerme
soy Salvo Ruiz el de Elena
que llevo sobre mis hombros
más de ochenta nochebuenas.
soy Salvo Ruiz el de Elena
que llevo sobre mis hombros
más de ochenta nochebuenas.
Mi pobre madre me crió
envuelto en una pobreza
que nos cubría todo el cuerpo
de los pies a la cabeza.
envuelto en una pobreza
que nos cubría todo el cuerpo
de los pies a la cabeza.
En una escuela rural
aprendí a juntar las letras
y por mi facilidad
no me quedé analfabeta.
aprendí a juntar las letras
y por mi facilidad
no me quedé analfabeta.
Y sin ir a los colegios
los copleros me respetan;
¡qué tal que hubiera estudiado
dónde fueran los poetas!”[i]
los copleros me respetan;
¡qué tal que hubiera estudiado
dónde fueran los poetas!”[i]
Esa
referencia a una vida pobre está presente en muchas de las composiciones
poéticas de Salvo Ruiz. Su nieto recuerda, gracias a lo que su familia le
contaba, que la infancia de Salvo en el Suroeste estuvo llena de dificultades.
Aunque su padre lo reconoció como hijo, nunca llevó su apellido y nunca vivió
con él, su crianza estuvo a cargo de su madre Elena, a la cual Salvo nunca
desamparó y siempre recordó en sus coplas y trovas.
“Cuando Elena se murió
quedó Salvo en un conflicto
bregando por consolarse
viéndose tan huerfanito.
quedó Salvo en un conflicto
bregando por consolarse
viéndose tan huerfanito.
Y alguno me preguntó
¿por qué está triste Salvito?
Yo le contesté llorando:
“será de verme solito”.
¿por qué está triste Salvito?
Yo le contesté llorando:
“será de verme solito”.
Desde entonces vive Salvo
tristemente llorosito
y la pena taladrando
matándome a pedacitos.
tristemente llorosito
y la pena taladrando
matándome a pedacitos.
Todo termina o prescribe
o calma por un ratico
pero mi acerbo dolor
siempre vive fresquecito”[ii].
o calma por un ratico
pero mi acerbo dolor
siempre vive fresquecito”[ii].
Así
recordaba Salvo la muerte de su madre Elena, quien, según Baudilio, era
“destronilladita”: “Pa’ él salir a conseguirse la vida por fuera, tenía que
dejar a la mamá amarrada a la cama porque era algo destornilladita, así se
podía ir tranquilo y volver a ver por ella, porque Salvo fue el único hijo que
vivió con la mamá”. Elena fue siempre una de sus grandes inspiraciones y una
mujer por la que trabajó mucho desde pequeño.
De
los trabajos de Salvo, Baudilio sólo recuerda uno, el de tabaquero:
“Él
cosechaba tabaco, a mí no me tocó esa época pero él me contaba que hacían
caneyes, unos rancho en forma de triángulo llenos de palos en el medio para
colgar el tabaco, ahí lo secaban. Esas cosechas las hacían en los montes de
Favorita, en Concordia, y en los caneyes, como el tabaco iba alto, debajo
hacían bailes, baile bravo le llamaban. Uno tocaba un tiple, otro le daba a un taburete
y otro le daba a un cajón, y hacían unos bailes tremendos, al son de la música que
sacaban ellos mismos ahí”.
El
mismo Salvo alcanzó a registrar en versos ese y otros trabajos que tuvo en el
Suroeste:
“Cuando yo fui agricultor
y cosechaba tabaco
en los aliños bailábamos
todas las noches un rato.
y cosechaba tabaco
en los aliños bailábamos
todas las noches un rato.
Las mismas alisadoras
nos vendían el aguardiente
para nosotros cantar
y ellas bailar dulcemente.
nos vendían el aguardiente
para nosotros cantar
y ellas bailar dulcemente.
Cuando yo estaba soltero
trabajé en los cafetales
cantando a las chapoleras
por las noches en los bailes.
trabajé en los cafetales
cantando a las chapoleras
por las noches en los bailes.
Otro tiempo trabajé
en las laderas del Cauca
para salir a trovar
los sábados a La barca”[iii].
en las laderas del Cauca
para salir a trovar
los sábados a La barca”[iii].
Salvo
era bien conocido en las fondas y las posadas arrieras por sus grandes
capacidades como trovador. Precisamente la arriería es uno los principales
referentes históricos de trova antioqueña, ya que los arrieros fueron los que
más la cultivaron, disfrutaron y difundieron. “En horas de ocio, los arrieros
se dedicaban a cantar las trovas pulsando tiples, a contar historias de
fantasmas y aparecidos o a enamorar las mujeres de la región. Y si era fin de
semana, todo terminaba en grandes fiestas, pues allí se encontraban con los
campesinos que llegaban a las fondas para disfrutar, hacer torneos de coplas,
de tejo y, por supuesto, jugar la baraja y el dado”[iv].
Allí
Salvo trovaba continuamente con muchos otros reconocidos trovadores de la
época: Manuel Antonio Ortiz, Celestino Mejía, Justo Pastor Correa, Florentino
Londoño, Fernando Zea, Manuel Rodas, Saturnina Balsán, Zoila Toro, entre otros.
Y, por supuesto, con Antonio José Restrepo, mejor conocido como ‘Ñito’ Restrepo, quien
además de ser abogado, periodista, diplomático, filósofo, filólogo y escritor,
nunca perdió sus raíces antioqueñas y cada tanto volvía al Suroeste a trovar y
a disfrutar de su tierra.
Salvo
siempre recordaba su primer encuentro con ‘Ñito’ Restrepo, quien ya era un
trovador de renombre, mientras él apenas daba sus primeros pasos en la trova. Así
relata ese encuentro en una entrevista con Pablo Restrepo López:
“Una
tarde supe que (Ñito) estaba bebiendo trago en ‘Otramina’, en la fonda de
Emiliano Taborda y allá me fui. Al poco rato de haber llegado oí cuando Ñito le
dijo a Emiliano: ‘Bueno hombre, ¿qué diablos se hicieron los trovadores buenos
de aquí, que no los veo?’. Taborda le contestó: ‘Esos gallos se han ido casi
todos de por aquí, pero ahí tenemos un pollo que apenas está apuntando de
espuela y ya ha ganado buenas riñas; véalo allí, es hijo de Elena Ruiz, y el
padre dicen que es Vicente González. ¿Por qué no lo capotea?’.
Ñito
—continúa Salvo— me llamó entonces diciéndome: ‘¿Conque eres hijo nada menos
que de Vicentón? Ven acá a ver qué fue lo que te enseñó tu padre’. Yo me
acerqué, nervioso, cogí el tiple que me ofrecieron, me zampé un aguardiente y
comenzamos a templar. Al momento Ñito me saludó con una copla que se me olvidó,
yo le contesté y comenzamos a trovar lo más sabroso de mi vida. El me trataba
con mucho cariño y consideración (…) Pero llegó un momento en el que me quiso
agallinar para toda la vida, y me soltó la copla esa tan conocida, sobre la
Virgen Santísima y como yo le contesté como mi Dios me ayudó, rápidamente, el gran
gallo se levantó del taburete y me dijo abrazándome: ‘Siquiera te conocí,
muchacho’”[v].
“Contéstame Salvo Ruiz
que te voy a preguntar:
¿Cómo pariendo la Virgen
doncella pudo quedar?
que te voy a preguntar:
¿Cómo pariendo la Virgen
doncella pudo quedar?
Y Salvo, sin
vacilaciones, despejó el abismal interrogante con esta respuesta más abismal
todavía:
Óigame
doctor Restrepo
que te voy a contestar:
Tire una piedra en el agua;
abre y se vuelve a cerrar.
Así pariendo la Virgen
doncella pudo quedar”[vi]
que te voy a contestar:
Tire una piedra en el agua;
abre y se vuelve a cerrar.
Así pariendo la Virgen
doncella pudo quedar”[vi]
El
periodo de La Violencia que vivió Colombia a mediados del siglo XX fue una de
las principales causas de los procesos migratorios que se dieron a lo largo del
país en este periodo histórico. La lucha armada irregular entre liberales y
conservadores por intereses socio-económicos asesinó y desplazó a campesinos a
lo largo y ancho del país. Muchos de los que sobrevivieron, al ser despojados
de sus tierras, buscaron refugio en las grandes ciudades, como Manuel Salvador
Ruiz, quien tuvo que dejar el Suroeste y desplazarse a Medellín.
El
desplazamiento de Salvo a la ciudad fue muy particular y su nieto Baudilio
conoció la historia de primera mano:
“Él
se tuvo que ir de Salgar porque era liberal, muy liberal, y sectario a la vez.
En esa época el jefe conservador de Salgar era un señor Libardo Vélez y cualquier
día sacaron a toda la gente de La Clara y quemaron las casas. A Salvo lo
dejaron pa’ que les hiciera de comer a unos tenientes y policías conservadores.
Cuando uno de los conservadores se dio cuenta que Salvo era liberal lo sacó de
una y le dijo: ‘Empaque y se me va de aquí, pero pa’ mañana es tarde’.
Cuando
el jefe conservador de Salgar, que conocía y estimaba a Salvo, se dio cuenta
que lo echaban de allá, entonces le mandó dos arrieros con doce mulas, para que
sacaran el equipaje y la familia de Salvo. Con los arrieros recorrieron diez
kilómetros, que es lo que hay de La Clara a Salgar. Cuando salieron a la
carretera por Salgar ya don Libardo Vélez le tenía un carro ahí disponible para
que los llevara a Bolombolo. Y en Bolombolo el tren los estaba esperando porque,
como los conservadores mandaban en esa época, detuvieron el tren hasta que
Salvo bajara con su equipaje y su familia. De ahí lo llevaron a Medellín hasta
la estación del ferrocarril, todo por cuenta del jefe conservador de Salgar,
siendo Salvo muy liberal”.
“Jesucristo
padeció
siete semanas y un día
y aquí llevamos siete años
de persecución seguida.
siete semanas y un día
y aquí llevamos siete años
de persecución seguida.
Volvió
la chusma judía
a buscar otro Jesús
y les colocó a los rojos
el madero de la Cruz.
a buscar otro Jesús
y les colocó a los rojos
el madero de la Cruz.
En
el huerto sudó sangre
Jesús el justo cordero
y aquí sudamos los rojos
cuando llegan los chusmeros.
Jesús el justo cordero
y aquí sudamos los rojos
cuando llegan los chusmeros.
La
soga con que arrastraron
a Jesús de la garganta
les sirve hoy para arrastrar
en las plazas las estatuas”[vii].
a Jesús de la garganta
les sirve hoy para arrastrar
en las plazas las estatuas”[vii].
A
pesar del amor de salvo por el partido Liberal y de que algunos conservadores
lo odiaban, su gran talento y su capacidad para compartir con la gente lo
salvaron de un destierro más trágico. En Medellín conoció muchos amigos y en
muchos lugares demostró sus capacidades como poeta e improvisador.
“Contaba
Salvo en aquel tiempo con unos setenta años, era de mediana estatura, moreno y
de cuerpo macizo. Sus ojos, a pesar de su edad avanzada, mostraban vivacidad y
en sus gruesos labios jugaba una sonrisa ingenua, de niño. La frente amplia y
abombada, la nariz prominente con la punta un poco caída y un moderado
prognatismo, constituían los rasgos más salientes de aquella cautivante estampa
humana”[viii].
Así
lo describió el médico Jorge Franco Vélez, quien lo conoció recién llegado a
Medellín.
Pero
la vida de Salvo en la ciudad no fue nada fácil. Baudilio recuerda con tristeza
las dificultades por las que pasó su abuelo en Medellín: “Vivió cosas muy
malucas porque le llegó una época en Medellín muy triste económicamente y
cuando Salvo murió estaba de limosna. Salvo se hizo grande fue después de muerto,
cuando ya uno no necesita nada”. El mismo Salvo plasmó en versos sus dificultades
económicas en la ciudad e, incluso, le hizo una petición directa al partido
Liberal, para el que tantas veces cantó en el Directorio Liberal de Antioquia,
con el fin de que le ayudara en su delicada situación.
“A esta Corporación
le voy a poner presente
que hay mucha gente sin casa
y hay muchas casas sin gente.
le voy a poner presente
que hay mucha gente sin casa
y hay muchas casas sin gente.
Yo vivo en un rancho ajeno
y todos los días me corren
imploro su protección
a ver con qué me socorren.
y todos los días me corren
imploro su protección
a ver con qué me socorren.
Tengo una docena de hijos
envueltos en tal pobreza
que nos cubre todo el cuerpo
de los pies a la cabeza.
envueltos en tal pobreza
que nos cubre todo el cuerpo
de los pies a la cabeza.
(…) Y
soy viejo veterano
del partido liberal
que necesito el auxilio
háganlo por caridad”[ix].
del partido liberal
que necesito el auxilio
háganlo por caridad”[ix].
Esta
trova de Salvo Ruiz dista mucho de la trova que se hace actualmente en
Medellín. Para salvo era más importante el contenido que la rima y la métrica,
y eso se hace evidente cuando se leen sus versos. Incluso le decía a su nieto
que cuando no alcanzaba a cerrar una idea en los versos establecidos tenía que
seguir con más para darle sentido a la estrofa: “Es que todo mundo nos
equivocamos y cuando uno ve que no le rimó bien tiene que seguir buscándole el
final, pa’ que quede bonito”.
“El
humilde Salvo Ruiz”, como se autodenominaba él mismo en muchas de sus
composiciones poéticas, además de terminar sus últimos años con problemas
económicos, también vivió aquejado por múltiples dolencias. Baudilio, quien
trabajaba en ese tiempo con la empresa de transportes Copetran, le ayudaba con
lo que podía:
“La
única entrada que tenía Salvo en Medellín era de Séfora, su hija, que era la
secretaria general o cajera general en el Seguro Social. De pronto ella
resolvió casarse, entonces se quedaron sin sueldo ni nada y los hijos eran
bebedorcitos en la calle, así que la plata que llevaban a la casa era muy
poquita. A Salvo le tocó luchar duro, duro, duro y sufrir. Yo cuando podía les llevaba
mercado, les traía de la carretera un racimo de plátano o compraba algo y lo
llevaba pa’ la casa. Pero Salvo siempre llevó del bulto en Medellín”.
Aun
con tantas dificultades que tuvo en la ciudad, Salvo en su obra refleja la
apatía que le producía volver a la tierra de la cual lo habían desplazado y,
por el contrario, hablaba muy bien de Medellín. En una entrevista que le
hicieron en el café La Bastilla, la cual respondió en verso, a la pregunta de
cómo le parecía Medellín Salvo respondió:
“Si el cielo fuera bajito
y en carro se pudiera ir,
yo pudiera asegurar
que el cielo era Medellín”[x].
y en carro se pudiera ir,
yo pudiera asegurar
que el cielo era Medellín”[x].
Así
pasó, pues, Salvo sus últimos días hasta que lo visitó la muerte, a la que él
en muchas de sus trovas le cantaba. Manuel Salvador Ruiz dejó un gran legado en
la historia de la literatura antioqueña que ha sido menospreciado, a la sombra
de los escritores y poetas “cultos” del departamento. Una de sus coplas, la cual
fue premiada en 1902 por la Academia Española con 20 dólares, es casi un
resumen de la vida de este gran poeta campesino:
“Esta noche canto aquí
para mañana llorar
porque siempre la alegría
es la puerta del pesar.”[xi]
para mañana llorar
porque siempre la alegría
es la puerta del pesar.”[xi]
[i]
Ruiz, Salvo (1980). Coplas y trovas. Medellín
: Bedout
[ii]
Ibíd.
[iii]
Ibíd.
[iv] Gobernación
de Antioquia (2007). Arrieros somos, forjadores de vida. Medellín: Casa
Editorial El Mundo.
[v]
Ruiz, Salvo (1980). Coplas y trovas. Medellín
: Bedout
[vi] Salvo
Ruiz. un genial trovador antioqueno (14 de diciembre de 1968). Distritos, (No.
14). p. 50-51.
[vii]
Ruiz, Salvo (1980). Coplas y trovas. Medellín
: Bedout
[viii]
Ibíd.
[ix]
Ibíd.
[x]
Ibíd.
[xi]
Ibíd.
De niño allá por 1942 yo vivía en Salgar , en Chamberí,al frente de mi casa había una peluquería en la cual era peluquero un señor al que apodaban care/tarro este señor era contertulio y compañero de tragos de Salvo Ruiz,entre sábado y domingo se formaban los jolgorios entre trovas y música de tiples, cuentan que Don Ñito Restrepo era asiduo a estas ter tulias, de Salvo se algo, siendo mi papá policía del juez y padre de una muchachada de hijos, era costumbre que si una res se despeñaba, la sacrificaban y daban la carne a los vecinos, cerca de casa se despeñó una res y Salvo escribió unas décimas, de las cuales sólo recuerdo algo , decía así: hasta el policía del juez, mandaba sus muchachos y era tanta la fatiga que jalaban de los cachos.....NOTA, mis padres si conocieron bien Salvo, yo sólo era un niño.
ResponderEliminarLo que sí parece cierto en medio de tantos decires, comentarios, mentiras y verdades, es que Salvo Ruiz y "Ñito" Restrepo, nunca se conocieron.
ResponderEliminarEn lo que atañe a la hermosa trova sobre la Virgen María, llegaron muchas de España d ejuglares españoles con más o menos el mismo contenido. La que aquí aparece se le atribuye a Salvo Ruiz en un enfrentamiento con "Ñito" (¿cómo, si no se conocieron?). Siguen las suposiciones, mentiras, verdades, historias, reseñas y decires...Tienen la palabra los "SABI-HONDOS" DE TURNO.
JUANFER
Salvó Ruiz padre de la trova antioqueña junto a Antonio José Restrepo ñito Restrepo
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sety6
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